París, París, París...

Quien no ha soñado con viajar a la capital de Francia, destino de parejas apasionadas para cenar en el Bateaux Mouche mientras se recorre el Sena. Quien no ha afirmado que Paris es un sueño un lugar que solo se ve en los cuentos o en las películas de blanco y negro.

Además de la belleza de la ciudad y una prolijidad con brillo único, el aire de Paris enamora. Caminar por las calles empedradas angostas iluminadas apenas por unos faroles dorados, que originalmente eran farolas de vela, conocer los colores de Montmatre o ir por los caminitos junto al Sena son solo algunas de las salidas románticas que elegirían las parejas.

Para los bohemios, los cafés son únicos, abundantes en toda la ciudad. Hemingway elegía regularmente Les Deux Magots, para sentarse a tomar un café a escribir en borrador páginas enteras de sus memorables libros. Y la ciudad se protege de los cambios del tiempo, aquella esquina pareciera estar intacta desde la mitad del siglo pasado.

Paris, la ciudad luz nevada o en primavera, siempre es bonita, cada tiempo con su encanto. No conoce París quien se quede menos de cinco días y la viva, la camine, pues el caminante siente y huele la historia de una manera vibrante, distinta. El subterráneo de Paris es famoso por llevar al turista a cada rincón que este debe conocer, pero no haya nada como tomarse el tiempo e ir caminando, observando cada edificio, aunque no tenga un nombre tallada en la piedra amarilla grisáceo. Hay mucho por visitar en esta ciudad y si uno no puede quedarse los días suficientes para conocer todas las maravillas que esconde esta ciudad, lo recomendable es hacer una visita panorámica en un bus de doble piso.

Las callecitas del barrio de Marais, hoy adoquinadas, todavía puede verlas empantanadas y como las mujeres al caminar hacían un esfuerzo para no ensuciar sus vestidos con fango.

A París también se la conoce por ser la ciudad de la cultura, y no precisamente por ser sede de la UNESCO, sino por sus importantes museos que resguardan años de historia, no solo de Francia sino del mundo entero. El Museo del Louvre guarda la colección de arte considerada como la más grande del mundo. Algunas de las obras conocidas mundialmente como la Gioconda, el portarretrato de la sonrisa enigmática y la Venus de Milo, la estatua helénica del siglo II a.C.. Los gobernantes de Francia en todas las épocas soñaron con un Paris floreciente y tenían el objetivo de convertirla en la capital de la cultura. Ya los franceses de aquella época contaban con el concepto de “patrimonio común de la humanidad” pero lo entendían distinto a los amigos de la UNESCO. Entonces fueron guardados trozos de historia y arte de otras partes del mundo como del antiguo egipcio en aquel famoso museo para que hoy personas de todo el mundo puedan apreciarlo en un solo lugar.

El Palacio del Louvre de estilo renacentista alberga en su patio frontal, rodeada de fuentes con juegos de agua, a la Pirámide de Pei, que parece desafiar la estética. Esta pirámide de cristal es parte del proyecto futurista que se impulsó en los años 1980.

Parte de la riqueza turística está fundada en la mercatización de la cultura.

El Puente Alejandro III, que cruza el Sena fue construido entre los años 1896 y 1900 se encuentra decorado por querubines dorados. Desde allí se obtiene una vista perfecta de Les Invalides, donde descansa los restos de Napoleón Bonaparte bajo la Cúpula dorada, ideal para los fotógrafos aficionados que buscan el ángulo.

Alguna de las iglesias de Paris, como Saint Chapelle, Notre Dame o Sacre coeur son imperdibles. Son algunos de los pocos monumentos religiosos que sobrevivieron a la Revolución Francesa cuando se expropiaron las iglesias para convertirlas en edificios estatales. El Panteón es un buen ejemplo, supo ser una iglesia y hoy encontramos en él a Voltaire y a Rosseau.El grito de la revolución “liberté, fraternité, igualité” se grabó en muchos edificios de esta nación en laica, como la Sorbonne.

Por supuesto, una visita no sería completa sin la visita a la Catedral de estilo gótico situada en Isle de la Cite, una isla en el Sena donde fue fundada la ciudad en el año 300 a.C. Me refiero a la Catedral de Notre Dame famosa por su glorioso rosetón con representaciones de escenas bíblicas. También reconocida por ser el escondite del personaje jorobado de la historia de Víctor Hugo que reclama su amor por Esmeralda parado en las gárgolas que adornan sus torres inconclusas.

Las mejores vistas de Paris se obtienen desde la torre de la Basílica del Sacre Coeur que domina la colina de Montmartre o desde la Torre Eiffel. La colina de Montmartre es famosa porque es hogar de pintores y bohemios en sus calles empinadas de alrededor de la Basílica tradicionalmente lugares frecuentados por Renoir y Monet. Los molinos de viento que evocan al barrio rural de no hace muchos años atrás, uno de ellos el Moulin Rouge, cabaret tradicional del can can parisino.

La Torre Eiffel de 320 metros de altura, que se levanta impetuosamente entre el Trocadero y Ecole MIllitaire es el símbolo de Paris. Visitada por seis millones de personas cada año es espectáculo tanto de día como de noche cuando sus luces compiten con las de las fuentes del Trocadero. Para llegar a tener esa vista desde la Torre que se construyó para la Exposición Universal de 1889 uno puede optar por los ascensores o los 1665 escalones.

La metropoli moderna, parte del mundo empresario de Paris es conocida como La Defense, en la zona oeste de la ciudad. El Grande Arche diseñado por el arquitecto danés Johan Cetto von Spreckelsen es la versión moderna del Arc d´Triunphe.

Es recomendable ir temprano por la mañana o por la tardecita, porque la cola a la entrada aunque sea gratuita es enorme.

Para los niños la atracción está a las afueras de Paris, en el mundo fantástico de EuroDisney.

Los sitios tradicionales para ir de compras son las Galerías Lafayette y la Av.Champs Elyssees. Aunque uno no posea 5 mil dólares para comprarse un vestido en uno de los lujosos locales de esta prestigiosa Avenida, es bonito hacer el paseo. Y si tu pasión son los libros o la música el lugar indicado es el FNAC, aunque haya sucursales en varios rincones de Paris, el recomendable es el ubicado en les Halles.

Sin embargo, un fenómeno que también es parte de la cultura francesa y que el turista debería también tener en cuenta en el momento de prever el tiempo para ir al aeropuerto y no perder el avión de regreso: Son las huelgas tan frecuentes que termina por parar todo transporte público y bloquear las rutas de acceso a la periferia de la ciudad.

Por último, existen dos paradas casi obligadas en Paris pero es necesario tiempo para recorrerlas: el Palacio de Versailles y las catacumbas. Es inevitable hablar del tiempo cuando se habla de Paris, todo turista se va con la sensación que no pudo ver y visitar todo lo que quería. El banquete es grande, ofrece mucha variedad para satisfacer todos los gustos y uno deja esta ciudad con la sensación de lleno pero insatisfecho al mismo tiempo, uno peca de gula.

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