El Señor de la guerra: La delgada línea entre la venta ilegal y legal de armas pequeñas y livianas

La delgada línea entre la venta ilegal y legal de armas pequeñas y livianas.

Autor: Micaela Hierro Dori

Fecha: Julio 2006

La película protagonizada por Nicolas Cage, que juega el papel de Yuri Orlov un traficante de armas sin escrúpulos, nos acerca el debate sobre el tráfico ilegal de armas pequeñas y la proliferación evidente luego del fin de la guerra fría.

Pero en estos días el debate del tráfico de armas no está sólo en los cines sino especialmente en la Sede de Naciones Unidas en Nueva York. A partir del 26 de junio hasta el 7 de julio tiene lugar la “Conferencia de las Naciones Unidas para examinar los progresos alcanzados en la ejecución del programa de Acción para prevenir, combatir y erradicar el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras en todos sus aspectos”. A cinco años de la “Conferencia sobre el Tráfico Ilícito de Armas Pequeñas y Ligeras” de 2001 se revé la eficacia en la implementación de procedimientos de erradicación del tráfico ilegal y la consistencia de esta lucha en la legislación interna de los Estados participantes.

El crecimiento del tráfico de armas pequeñas luego de finalizada la guerra fría estaba fundamentada en la gran cantidad de armas que se liberaron al derrumbarse la hipótesis de conflicto entre la Unión Soviética y los Estados Unidos. Al mismo tiempo estos países soltaron la mano a muchos dictadores y grupos rebeldes de los países en desarrollo que sirvieron de campo de batalla entre el capitalismo y el comunismo. Al haber quedado huérfanos de la madre superpotencia, quedaron los bandos locales peleando por el poder de su país y de los recursos naturales a ser explotados. Lucha para la cual necesitaban armas, las mismas que antes eran provistas por las superpotencias pero ahora eran comercializadas por mercenarios. Los líderes locales pagan las armas con el mismo recurso natural por el cual se pelea. Así es como en Liberia, los diamantes y en Angola, el petróleo, sirven de medio de pago del changuito de compras lleno de armas.

Intentemos visualizar la importancia de la lucha contra el tráfico de armas pequeñas: porque son el instrumento principal de los conflictos internacionales y guerras civiles en el mundo, especialmente en África y porque en donde hay conflicto no hay desarrollo económico ni social. Porque el que no muere directamente por una bala, muere por las hambrunas causadas al aislamiento provocado por los conflictos armados. En Estados fallidos como Somalia, prácticamente no existen las escuelas, ni hospitales, el comercio implica como regla cotidiana coimas a las milicias y una fuga permanente de somalíes que se refugian en países vecinos, lo que redujo a la mitad la población del país desde la caída del dictador Barre en 1991. Sin mencionar las fortunas que los gobiernos (en el caso de Somalia el Gobierno de Transición) desvían del presupuesto de los servicios públicos para la compra “legal” de armas.

La entrega clandestina de armas a zonas en conflicto que, incluye a minas, granadas de mano, rifles de asalto, pistolas y ametralladoras, retroalimentan conflictos que parecen no tener fin, como el de Somalia (16 años), Sudán (22 años), y el de la República Democrática del Congo (RDC) que ya es titulado como el conflicto más importante luego de la Segunda Guerra Mundial, como si se estuviera tratando de batir records. Los embargos de armas, medidas consideradas en la Carta de Naciones Unidas prohíben todo tipo de intercambios de armas, ya sea con los gobiernos o los grupos rebeldes. En el caso de Somalia no parece haber disminuido o ayudado a solucionar al conflicto, pues las partes parecen “misteriosamente” seguir recibiendo armas. Aún peor parece haber beneficiado a los mismos traficantes pues las armas se han visto valorizadas dada la complejidad de las maniobras que deben hacer para llegar a “buen puerto”, abultando así más su bolsillo.

La película “El Señor de la guerra” muestra hechos reales, tales como que Liberia es uno de los países de África que más ha sufrido, no sólo 14 años de guerra civil sino una “devastación en su población, a causa del tráfico y uso descontrolado de armas pequeñas”. Hecho que fue reconocido por Conmay Wesseh, Ministro de Cooperación y Economía Internacional de la Cancillería de Liberia, en el segundo día de la Conferencia en Nueva York. Esta vez la ficción intenta acercarse a la cruel realidad y hacerla más palpable para sensibilizar a la comunidad internacional. Pero es solo un intento, la realidad es aún más fuerte, tan fuerte que no sería comercializable un film que la represente.

Un punto también rescatable de la película (o del debate en la Conferencia de Nueva York) es exponer la delgada línea entre el mercado legal y el mercado negro. Lo que alivianaba la inescrupulosa conciencia de Yuri (o de cualquier traficante) era la definición del mercado gris, aquel en el cual los gobiernos dan licencia del intercambio, por “necesidades del sistema” que se corrompe, burlando a leyes internacionales que puedan penalizar el comercio de armas pequeñas en países en conflicto. El mercado gris tiene lugar también gracias a documentación oficial falsa, y el ocultamiento de pruebas del pago de las armas por transferencias a paraísos fiscales y demás artimañas creadas por estos impunes pero ingeniosos traficantes del crimen internacional organizado, que se regodean con su habilidad para burlar el derecho internacional.

El comercio de armas pequeñas es un gran negocio, 4 billones de dólares por año son los números de las exportaciones legales y un dato curioso es que la mitad de esa ganancia se la llevan fabricantes de los países del G8. “Seis de los ocho países miembros del G8 están en la lista de los 10 grandes exportadores de arma pequeñas”. Por otro lado, como si fuera una política contradictoria, en enero de 2006 la RDC, país reconocido por “ejército de niños” y el Fondo Monetario Internacional (FMI) han asignado 17 millones de dólares a una campaña de desmovilización y desarme.

Mientras los fabricantes se hacen millonarios, estos ayudan a dictadores a rebeldes africanos a matar a su propia gente. A pesar de que se confiscan armas en zonas de conflictos y de poder identificar el origen de las mismas, no se puede llegar a penalizar a ningún país en particular dado que es difícil demostrar a partir de cuando se encontraban esas armas allí o si han sido robadas librando de culpa al país fabricante.

En esta mezcla entre ficción y realidad, nos encontramos con Michael Douglas, actor y mensajero de la paz de Naciones Unidas que participa de una campaña publicitaria donde le dieron un inteligentemente obvio bocadillo que dice “Dondequiera que las armas circulan, la violencia anda cerca”. Hasta un niño lo sabe, pero aún se cuestiona la diferencia entre el comercio legal y el comercio ilegal como si el primero no hiciera también daño a estos países y fuera inocente de las millones de muertes que provocan en los países en vías de desarrollo. Y como bien lo afirma Luis Alberto Coredero, Embajador de Misión Especial de la Cancillería de Costa Rica “No podemos ser críticos en el comercio ilegal de armas sin percatarnos del comercio legal que contribuye con el”. El Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan se ocupó de aclarar al comienzo de la Conferencia que “no está negociando una "prohibición mundial de las armas de fuego" y no tratamos de negar a los ciudadanos cumplidores de la ley su derecho a portar armas de conformidad con sus leyes nacionales” (cosa que afectaría especialmente a los ciudadanos estadounidenses) sino que, prosigue “Nuestra energía, nuestro empeño y nuestra ira están dirigidas hacia las armas ilícitas, no hacia las lícitas”.

El problema es complejo, no sólo es necesaria una voluntad internacional plasmada en alguna Resolución de la Asamblea General sino también la modificación de la legislación de cada país y el control de las fronteras por estos.

Aunque la Conferencia aún no terminó, el comienzo da la sensación de que se tratará siempre de “Vayamos primero a enfrentarnos con lo ilegal, luego revisemos lo legal que parece ser también tan injusto como lo ilegal”. Las armas son obtenidas “ilegalmente” pero son fabricadas la mayoría de ellas “legalmente”. Y allí nos encontramos frente a la contradicción de la estrategia de enfrentar al problema.

Me atrevo a contarles el final de la película, al decirles que Yuri Orlov logra la impunidad, aún cuando la INTERPOL tenía las pruebas para encarcelarlo, dejando ver que a gente de poder y a ciertos gobiernos le conviene que existan personas como él que faciliten armas a grupos que les proporcionan recursos naturales o demoran a sus enemigos. Se podría decir que es parte de alguna estrategia de seguridad nacional, dar armas a grupos que maten a sus enemigos lejos de casa y no verse ellos mismos con manchas de sangre.

Capítulo VII, artículo 39 de la Carta de Naciones Unidas “El Consejo de Seguridad determinará la existencia de toda amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión y hará recomendaciones o decidirá que medidas serán tomadas de conformidad con los Artículos 41 y 42 para mantener o restablecer 1a paz y la seguridad internacionales.”

UN Press – Conference Room:

http://upi.com/AfricaMonitoring/view.php?StoryID=20060628-588967-4222-r

Small Arms Special Report IRINNEWS- OCHA-UN http://www.irinnews.org/webspecials/small-arms/default.asp

“The G8: global arms exporters”: Amnesty International, IANSA, OXFAM, 2005. http://www.controlarms.org/find_out_more/reports/

Página Oficial de la Conferencia http://www.un.org/spanish/events/smallarms2006/

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