Jesús también fue refugiado

Dejaron pues todo, aún las pocas pertenencias que poseían ante el anuncio del Ángel. Sin perder minuto ante el peligro que corrían sus vidas, salieron en el medio de la noche para emprender un viaje largo. Los esperaría una travesía por el desierto y cientos de kilómetros quizás sin mucha comida ni bebida.

Ya en el exótico país africano vivirían un tiempo indeterminado, sin conocer por cuantos días, meses o años deberían permanecer allí precariamente hasta que el Ángel les anuncie el momento adecuado.

Sin duda, sería incómoda esa incertidumbre para cada uno de los días que pasaron lejos de su tierra y de sus familiares.

Entonces, la Sagrada Familia debió comenzar de nuevo su vida en un país para ellos desconocido, que no le era propio, con costumbres distintas a las judías.

Se tuvieron que integrar a la sociedad de Egipto en forma provisional sin saber cuando podrían regresar, cuando considerarían que su país vuelva a ser lugar seguro para ellos. Esperaban otro mensaje del Ángel.

Jesús pasó los primeros meses de su vida como refugiado, se identifica entonces con todos las víctimas del poder político refugiados y emigrantes.

Pero ni el sufrimiento de un viaje duro ni el abandono de su hogar perturbó a la Sagrada Familia, sabiendo que aquella situación estaba marcada por una trascendencia sobrenatural y que la voluntad de Dios lo valía todo.

Solo pensar de esta manera me hace entender como los 140 mil refugiados de Somalia en el campo de Dadaab, sobrevivieron y viven con una sonrisa en el rostro, su sufrir de refugiado.

Porque en el mirar esperanzado y lleno de fe de las mujeres y niños somalíes con los cuales he hablado en mi corta estancia en la zona desértica de Garissa se explicaba la fortaleza con las cuales atravesaron los 14 días en el desierto del norte de Kenia para protegerse de la violencia y las atrocidades que se viven en la guerra civil de Somalia que ya lleva 15 años.

Con el conocimiento de Dios, no les es indiferente, sobreviven con un kilo de maíz y uno de harina al mes, sobrepasando cualquier mirada humana de su panorama.

Muerto el Herodes, factor principal de la amenaza de la seguridad del Niño, el Ángel se volvió a aparecer para avisar que se podía poner en camino a Israel.

En Dadaab esperan que acabe el caos de un Estado anárquico, si la contradicción de los términos permite ponerlos juntos, el conflicto armado que pone en peligro a unos y a otros a veces sin conocer los motivos de fondo que los aleja de sus tierras. Una de las cosas que más me marcó de mi visita por el capo de refugiados fue cuando una mujer me dijo que el máximo deseo para sus hijos es poder darles un país, no estamos hablando ni de comida, ni de una casa, ni una educación, simplemente una tierra a la cual pertenecer, un lugar en el mundo.

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